En las tierras altas de México brillante, Pachuca se alza, ciudad fascinante, Con su historia y encanto singular, Un poema dedicado quiero plasmar.
Pachuca, joya de Hidalgo hermosa, Donde la vida bulle, radiante y briosa, Tus calles empedradas cuentan historias, De tiempos pasados, glorias y memorias.
En tus cerros se posa el viento suave, Que acaricia tu rostro, ciudad de enclave, Tu cielo azul se tiñe de luz y color, Mientras tus casas adornan con primor.
En tu corazón late la minería, Con orgullo en tus venas, industria valía, De plata y oro, riqueza enterrada, En tus entrañas, la historia grabada.
En el Reloj Monumental, imponente, El tiempo se detiene, un símbolo presente, Sus campanas retumban, marcando el compás, De la vida que fluye en tu vasto solaz.
Tu arquitectura colonial nos habla, De un pasado glorioso que se desvela, Tus iglesias y plazas, joyas de arte, Resaltan la grandeza que en ti se parte.
Pachuca, tus jardines son oasis de calma, Donde el bullicio se transforma en calma, En el Parque Hidalgo, la brisa acaricia, Y en el parque David Ben Gurión se desliza.
Tus habitantes, cálidos y amables, Reflejan el alma de tu tierra inigualable, Gentes trabajadoras, de espíritu noble, Que en cada rincón de Pachuca se desdoblen.
Oh Pachuca, ciudad de tradición arraigada, Tu espíritu vive en cada mirada, En tus calles encuentro paz y alegría, Pachuca, en este poema, te alabo con poesía.
Que tu grandeza perdure por siempre, En el corazón de quienes te sienten, Pachuca, tesoro en el centro de México, Eres eterna, radiante y único.